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Recursos imprescindibles, prácticos y entrañables para correctores de estilo y traductores

  • Foto del escritor: Ney
    Ney
  • 6 ago 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 9 ene

Muchos amigos me han pedido recomendaciones bibliográficas para aclarar sus dudas gramaticales, ortotipográficas y, sobre todo, de estilo, que suele ser lo que más preocupa a quienes quieren escribir correctamente. La gramática uno más o menos la estudió en el colegio, la ortografía es como una ropa que te regalan y la usas un poco por descarte y necesidad, y la ortotipografía no sabías que existía hasta que empezaste a verla en el sitio web de tu amigo (yo). Pero el famoso «estilo» es algo que se tiene o no se tiene, un don, algo que viene de nacimiento.


Mentira. Por supuesto que es mentira. El estilo se adquiere leyendo mucho, escribiendo más y desarrollando un poquito de personalidad. Supongo. Estoy hablando del estilo como esa capacidad que tenemos de decir «esto no suena bien» acompañada de una incapacidad absoluta de explicar por qué. Pero todo tiene su explicación lingüística, aunque la desconozcamos, y toda explicación tiene su lógica, aunque a veces nos parezca arbitraria. El corrector de estilo debe ser capaz, primero, de detectar los problemas de redacción (nuevamente, el famoso «esto no suena bien»), segundo, de subsanarlos y, tercero, de dar explicaciones si se las piden.


Quienes suelen pedirme recomendaciones bibliográficas buscan sobre todo autoeditarse. Algunas personas se han visto involucradas en algún proyecto editorial casi sin querer y caen en la cuenta de que producir una publicación conlleva muchísimos más cuidados de lo que habían sospechado. Otras simplemente tienen que escribir mucho en su trabajo y quieren asegurarse de hacerlo bien. No buscan convertirse en editores ni trabajar como correctores de estilo, pero son conscientes de la importancia de expresarse correctamente y, a la hora de resolver alguna duda, la única carta que tienen bajo la manga es la Ortografía de la lengua española… o, si les falta tiempo o paciencia, el amigo (yo). Desde luego, hay muchas cartas más, y aunque no soy depositario de la baraja entera, voy a compartir algunos de mis ases para que quienes necesiten aventurarse en el fascinante mundo de la corrección sepan por dónde empezar.


Los clásicos y obligatorios de la Asale (y no de la RAE)

Lo lógico es empezar por el principio, así que partamos por los clásicos que todo el mundo cree conocer. «Ah, pero no está en el diccionario de la RAE», «ah, pero la RAE dice que…» son frases comunes que escuchamos de amigos y clientes cuando necesitan defender una postura, creyendo, equivocadamente, que la Real Academia Española es la autoridad máxima e indiscutible en materia de normativa lingüística. También es común escuchar a indignados de todo tipo bramar contra los designios de la RAE y tildarla de colonialista, como si todo lo que sucediera con la lengua fuera culpa de la monarquía española. Pues bien: tanto la Ortografía de la lengua española (aquella publicada en 2010 y que tanto revuelo causó por las supuestas novedades que traía, como la supresión de ciertas tildes diacríticas) como la Nueva gramática de la lengua española, el Diccionario de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas son obras de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), que reúne veintitrés academias de todo el mundo (incluida la de Filipinas, donde el español vive más en los recuerdos nostálgicos de familias de alcurnia que en las calles), y no solo de la RAE. Así las cosas, las obras de la Asale y sus recursos en línea son la primera parada para quienquiera que necesite resolver dudas sobre la lengua española.


Manual del español urgente y Fundéu

La verdad es que no recuerdo muy bien cuándo decidí autoproclamarme corrector de estilo y ortotipografía, pero fue el resultado de un largo aprendizaje que empezó en la infancia, con las clases de gramática en primaria, prosiguió con las clases de gramática comparada y análisis de discurso en la universidad y empezó a consolidarse en la carrera de traducción, donde algún profe seguramente nos recomendó el Manual de español urgente de la Agencia EFE (que, para mi gran sorpresa, está disponible en PDF aquí). Este es el primer libro que recomiendo a quienes desean pulir su redacción; allí está lo básico y acaso lo más importante. No es tanto un manual para resolver dudas, sino para estudiar. Léerselo entero y aprender algunos principios básicos de sintaxis, puntuación, gramática y ortografía. Y para aclarar dudas de todo tipo, está el sitio web de la Fundación del Español Urgente, o Fundéu, que por los demás es la nueva editora del mentado manual. Un dato útil: su buscador no es de los mejores, por lo que conviene hacer búsquedas directamente en Google y agregarle "fundeu", y encontrarán con más facilidad lo que buscan.


El gurú: Martínez de Sousa

Todo buen aprendiz, una vez que está familiarizado con las herramientas básicas mencionadas arriba, tiene la obligación moral de imbuirse de los conocimientos enciclopédios de nuestro gurú, el bibliógrafo, ortotipógrafo y lexicógrafo español José Martínez de Sousa. Algunas obras ineludibles, que recomiendo leer, explorar, estudiar, anotar, subrayar y aprenderse de memoria, de ser posible, son el Manual de estilo de la lengua española (que ya está en su quinta edición), la Ortografía y ortotipografía del español actual y el Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas.


Portada del "Manual de estilo de la lengua española", del maestro José Martínez de Sousa.

Me atrevería a decir que nadie debería considerarse corrector de estilo y ortotipografía sin antes estudiarse los manuales de Martínez de Sousa, quien sentencia, por ejemplo, que guión tiene que seguir escribiéndose con tilde «porque tiene que ser así y porque es así». Porque tiene hiato y no diptongo. Y sanseacabó. Ídolo.



El que lo resume todo

Para concluir, nada como recomendar un librito en PDF que lo resume todo: el Libro rojo de Cálamo & Cran, que recoge las principales normas de estilo y ortotipografía de las obras mencionadas arriba y otras más que he omitido aquí. Y claro, antes de eso también pueden darse una vueltita por mi propio manual de estilo, que también resume las principales normas que todo redactor, periodista y traductor debe conocer.

 
 
 

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